Una tarde cualquiera, mientras estaba en Armenia matando el tiempo, vi una publicación sobre
juego plinko y me picó la curiosidad. Lo que me atrapó fue esa mezcla de azar con la emoción de ver cómo rebotan las fichas. A diferencia de otros juegos, acá cada ronda es rápida y no tenés que esperar nada. Lo mejor fue que, tras varias partidas sin éxito, me vino una buena racha y recuperé todo. Me hizo el día, sin exagerar.